lunes, junio 13, 2005

Mi memoria

Diariamente me encuentro con un número infinito de historias para poder relatar pero necesariamente tendría que andar con una de esas grabadoras de voces para poder recordarlas. Tengo una memoria muy frágil, casi inexistente para temas que me pueden apasionar durante un tiempo determinado, pero creo que es precisamente ese tiempo el causante de lo débil que se ha vuelto mi memoria, e imaginen que dentro de mi familia soy de las personas que mas recuerdan situaciones graciosas, tristes y sin significado.

Lamentablemente, pues mi memoria esta ávida por guardar acciones o gestos, pero nunca está preparada para retener lo que debo hacer o lo que me conviene realizar. Es una especie de masoquista derrotado por el tiempo, es decir le da igual que una y otra vez exista una voz silenciosa que le repita lo que debe y no debe hacer.

Por ejemplo, recuerdo que en mi infancia había una panadería cercana a mi casa a la que por cuestiones satíricas hacia los humanos que atendían ahí le decía “Los Pitufos”, y de verdad que preparaban los mejores panes de yema que hayan existido sobre este planeta. Esta panadería frente a un parque al cual le faltaban árboles y le sobraban sueños de futbolistas, pues un día se fue y en su lugar dejó una triste ferretería que en vez de panes de yema vendía martillos con los cuáles te podías machacar las yemas de los dedos.

Cierta vez al lado de esta panadería se instaló una pizzería. La inauguración fue una noche de jueves, y los dueños cuyo pasado estaba mas blanco que la nariz de ciertos peloteros de la humanidad, pues se dedicaron a preparar el mejor plato que pueda existir. Queso mozarella con salsa de tomate colocados encima de una caliente masa de harina y huevo, cuyos adornos extras eran desde champiñones, aceitunas, espárragos, orégano y sal, todo servido en un plato blanco listo para que devores de manera humanamente animal.

Pues esta pizzería desapareció un día equis, no recuerdo cuando, y en vez de las pizzas se dedicaron a vender diversión por unos cuantos intis a cambio de una ficha para observar como en una pantalla a causa de la mágica tecnología, aparecía un ser amarillo luchando con otros seres por comerse la mayor cantidad de bolitas.

Así dentro de mi vida muchas cosas se fueron transformando por otras, fueron como mutando o evolucionando hacia algo que el ser humano cree le dará mayores ventajas pecuniarias. Y la verdad recuerdo tantas cosas, como por ejemplo el ir a jugar monopolio con un grupo de amigos y acabar destrozando el juego porque sencillamente no podía ganar, o el jugar fulbito en la cancha cerca de mi casa para luego comprar los horrorosos marcianos dizque de pura fruta, cuando en realidad tu sabías que eran con agua de caño y harto colorante.


En fin, mi memoria puede recordar tantas cosas; en general creo que la memoria siempre tiende a recordar situaciones que de alguna manera llegan a formar tu personalidad; siendo esto así diría pues que mi personalidad es de puro queso mozarella, lleno de herramientas y con harto colorante que lucha por comerse cada parte de mi ser.