Fútbol: Aliento, insultos y algo mas...
Cuando terminó el partido entre Perú y Chile, la mezcla de cólera y rabia era inevitable. Era como el partido de barrio que nunca debiste perder, porque sabes que eres superior, pero los errores comenzando el partido te impiden alcanzar el triunfo.
Era una mezcla de impotencia y coraje por ver a un arbitro tan parcializado e incompetente; un juez que como bien dijo don Sergio al final del partido no tenía la culpa. La culpa es de quien lo programó, a sabiendas de su incapacidad para poder dirigir un partido que se presentaba tan complejo.
Quieras o no te aflora todo el nacionalismo. Como lo comentaba con mi padre, nadie puede negar que en un momento del juego insultamos a los chilenos mucho mas que a los paraguayos tres días antes o como insultaremos "deportivamente" a los uruguayos, ecuatorianos o colombianos. Es inevitable como condenable, pero es la realidad, y que nadie se rasgue las vestiduras diciendo "no, yo jamás".
Quise ver a Perú ganar en Santiago. Vi treinta minutos de un equipo que se creyó el título de los cuatro fantásticos y pensó que era Brasil y que la situación era manejable, y luego 60 minutos de un equipo rebelde, corajudo y ambicioso como pocos equipos peruanos en la historia. Sesenta minutos de un equipo que es limitado pero que ganas y esfuerzo siempre va a poner.
Un equipo que empezó muy mal y terminó bien. Por eso me senti tan molesto porque mi equipo era superior al rival en todas las líneas, en fuerza, orden táctico y velocidad, pero que se dejó llevar por una soberbia pasajera que nos costó caro.
Volvemos a jugar en noviembre y ojalá no nos toque otro Orosco de arbitro y mi equipo, el de nuestro barrio llamado Perú, salga a jugar como esos sesenta minutos, rebelándose ante la altura de Quito, mostrando coraje y disimulando las limitaciones propias de un plantel corto.
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