martes, mayo 31, 2005

June

Empezo junio, sexto mes del año, impresionante, ni pensar que me acuedo aun de las cuchumil cajas de chelas de año nuevo en san bartolo, fue algo alucinante se acaba una caja y salia otra y otra y otra y otra, hasta nos regalaban chela, encima un ron y mas chela, desde las 11 de la noche hasta las 9 y media de la mañana que me dormi en uno de los carros, alucinante; del estafador de comienzos de año y de la colombiana a la que tome fotos que estaba mas buena que el pan....En fin; tengo sueño y soy medio masoquista creo para mantenerme despierto. Estoy que llamo y llamo a una amiga para invitarla a salir por primera vez al cine y la maldita no contesta, fuck, de hecho esta durmiendo o..... quien sabe?. En fin sera para mañana. De verdad siempre mi vida ha sido un enredo, que me gusta tal, luego tal, luego tal, y al final ni yo mismo me entiendo. Creo que si me quedo solo no seria nada raro. Hoy me convenci que el periodismo lo enseñan mejor en un medio y que hay pocos poetas en bausate, quiero sacar mi poemario y ya me salio competencia: mi papá, una cosa de locos. Ah y mi madre parece que cada dia mas esta entrando en esa etapa que se llama menopausia, es alucinante verla cambiar de humor cada 3 minutos; es decir yo no tengo paciencia, trato de tenerla, pero eso de "sube los baldes, mejor voy a arreglar la puerta (Si queria arreglar una puerta, ella sola), mejor comprame chocolates, mejor me voy, etc. etc.,e s espectacular"
Bueno pero es mi madre, asi que paciencia nada mas. Me quito porque el frio entra por mis pies, y como paro sin sandalias por mi casa dicen que yo ensucio (PLOP), en fin, lo unico que parece ensuciarse cada dia mas es tu vida, si a ti te hablo (ni yo mismo se).

domingo, mayo 29, 2005

Mas colores

Las tardes son rojas
y mi corazón es verde
pero el azul
parece intenso
en el cielo gris
que alumbra de amarillo
toda esta soledad.

Parece escapar
por una rendija
toda la gama
de colores en oscuridad.

Las mañanas son naranjas
pero mis manos son negras
y el celeste,
aquel azul no natural
del cielo gris
que alumbra de rojo
toda esta soledad

Parece esconderse
en aquel grass
que intenso cubre

toda la maldad.

sábado, mayo 28, 2005

Fin de mes

Hoy estamos terminando casi el mes de mayo, mes que como todo tiene su sabor especial, su aderezo y su guarnición. Un recuento rápido: Renuncié a algo en lo que no creo y nunca voy a creer, los amigos cada vez son mas amigos en algunos casos, en otros un poco mas enemigos; tengo ganas de viajar, de crear; una persona que creía especial me dijo que no la llamara mas (golpe bajo pero asimilado gracias a las circunstancias); otra personita se esta haciendo cada vez mas fuerte dentro de mi cabeza (Algo extraño porque no quiero eso, y mas bien ando pensando en otras cosas); chismes baratos que al final te hacen preguntar ¿en realidad el mundo está bien de la cabeza? (lo peor es que dicho chisme es tan pero tan falso, que todos se rieron de esas personas que ya no existen); Lied terminó su demo y Juanca ta en Bs. As. viendo todo y desde acá mi silla las buenas vibras del planeta las estoy enviando al igual que todos los que queremos que esto salga; Ah y seguimos con el mismo presidente de cartón (que fuck hace en Tailandia viendo asuntos de gobierno con ¿Pollack? ese mas parece el montaner de Toledo, parece que no se pueden separar, saooooooo).
En fin saludos a todos, a las finales solo queda seguir y seguir viviendo.

A una princesa abandonada y triste......

Pasitos cortos de una princesa
abandonada y tan bella
quieren regresar a la mar
donde descansaba la luna
con sus doradas estrellas

Cabello corto de esa princesa
que el viento lo movía
como un negro barco en la mar
donde descansan la luna
con sus silenciosas estrellas.

Vocecita dulce de una princesa
que se escuchaba en el tiempo
de aquélla mar silenciosa
donde descansarán la luna
y sus tiernas estrellas.

Pasitos cortos de una princesa
que morían al llegar
ante ese azul mar
donde descansan la luna

y sus hermanas estrellas.

sábado, mayo 21, 2005

Historia 2: Actores en buses

Estaba sentado en el paradero junto a una de las mejores amigas que tengo, cuando en eso frente a nosotros pasó uno de esos carros que dan servicio de transporte público; pero aquél tenía un adorno adentro que intentaba por todos los medios cubrirse la cabeza con una casaca de color marrón como huyendo de su pasado o quizás de su presente.

Mi amiga, fiel seguidora de cuanto programa en televisión exista, interrumpió la conversación que habíamos comenzado seis cuadras antes, para que con su voz tan delicada y tersa me diga al oído: “Ese es un actor, ¿acaso no sabes quien es?”.

Yo claro, me desconcerté por el repentino cambio de tema, y solo atiné a posar mis ojos en aquella persona que parecía fugitiva de la justicia. La observé detenidamente y era verdad; era un conocido actor de una telellorona nacional y en mi cabeza había una interrogante: ¿Por qué se escondía de las personas?

En mi cerebro pues habían demasiadas respuestas, una de ellas era que quizás no quería ser reconocido por temor a que alguien se le acerque con cara de felicidad a pedirle un autógrafo a las nueve de la noche para su hermanita de doce años de edad.

Pero si eres famoso, cual es el chiste de que nadie te reconozca tomando en cuenta que en este país cualquier cosa llega a ser famoso; basta con tomar un par de cervezas con algún futbolista y salir con una mujer de lentejuelas doradas para que te llamen de un canal de televisión o una radio a que conduzcas un programa recontra mediocre y apestoso.

La otra posibilidad era que quizás quería llamar la atención de alguna manera ya que el cobrador de dicha unidad de transporte no lo había reconocido y le estaba cobrando un sol con veinte céntimos por ir desde la Avenida Javier Prado hasta el variopinto distrito de La Punta.

Definitivamente una opción nada descabellada si tomamos en cuenta que existen un gran grupo de personajes que harían cualquier cosa para que los reconozcan, desde reírse de manera descarada, comer de la forma mas grotesca posible, pelearse con el que está delante en la cola para comprar un boleto para el cine, hasta el creer que es Meteoro en su porquería de carro dizque europeo que se lo compró en Tacna a mitad de precio y que llegó al país porque en el Viejo Continente ya no lo usan.

Pero en el acto se me ocurrió la posibilidad que quizás se estaba oliendo la casaca para saber si la fragancia que se había colocado en la mañana todavía seguía intacta luego de haber sudado como un cerdo durante las doce horas que duraron las grabaciones de catorce capítulos de la telenovela que el protagonizaba.

Esta opción era la más extraña de todas y en definitiva ponía en duda la limpieza y el aseo de nuestros actores de primer nivel. Pero si viajaba en transporte público, llegué a una conclusión inteligente; quizás era uno de esos actores que no tiene escándalos, lo cual por supuesto afecta su economía de forma negativa, y además se tapaba con la casaca porque el bestia del cobrador abrió la ventana como si hiciera calor y lógico luego de doce horas de haber sudado, pues era probable que si no se tapaba pesque una neumonía de padre y señor mío.

Pero en fin, el carro siguió su camino, mi amiga y yo seguimos nuestra conversación y actuando en esta vida real de la que nos tenemos que cubrir para no ser reconocidos por la muerte.

martes, mayo 17, 2005

Historia Uno: Conversación entre mamás

Algunas veces recuerdo que con mi madre a la salida del colegio me iba a comer champús en Magdalena. En esa época yo con ese uniforme color rata horroroso (que de seguro ha de haber sido creado por alguno de esos intelectualoides que piensan que son la crema y nata de la high life limeña), tenía movilidad, la cual era conducida por un señor ya mayor y que tenía los asientos mas cómodos que de cualquier carro al que me haya subido.

La cuestión es que algunos días mi madre iba a recogerme al colegio Claretiano que en esa época pues quedaba en Magdalena, y nos íbamos a comer esos ricos champús que los vendían a tres cuadras de donde estudiaba. Pero algunos días como era de esperarse y en esta ciudad tan chica, mi madre se encontraba con alguien que conocía y empezaba aquellas conversaciones que no tenían cuando acabar.

Claro, yo ahí parado a pocos metros de las dos señoras que movían sus labios a una velocidad alucinante como queriendo competir cuales bólidos de Fórmula Uno en Monza o Brasilia, pero sin percatarse que un niño de apenas 6 años estaba observándolas impávido, con una mirada de incomprensión por aquellos seis malditos kilos de libros y demás útiles que, según dicen, me iban a permitir ser algo de grande.

Me había convertido en un fantasma para dos seres que se contaban los últimos chismes de la Lima reventada por bombas y paquetazos de un presidente que nunca debió vivir, se contaban las últimas acciones de seres que ni yo conocía pero a los cuales ni ganas me daban de conocerlos una vez terminaba de escuchar tremenda tertulia.

Pero claro, mi madre pues podía conversar horas, de horas y horas. La historia puede ser repetitiva para todos, por que si de algo estoy seguro es que esto le ha sucedido a todos los que alguna vez fuimos niños (o lo seguimos siendo)

Llegado el momento mas álgido de la cháchara, mi madre se empezaba a referir de mi personita y la otra señora de alguien a quien supuestamente conocí o quizás conozca. Lo peor era eso, el tener que soportar con una sonrisa casi hipócrita todas las descripciones acerca de cómo yo dormía, iba al baño, me bañaba, comía, jugaba, hacía mis tareas, iba al colegio, lloraba, etc., era en esos momentos en los que de verdad sentía que en realidad vivía con una espía en mi casa.

La otra señora mientras tanto escuchaba y al término de dicha acción, abría su boca para decir lo mismo de su hijo, e incluso por motivos de orgullo, pues un poco mas y quizás decía que su hijo era un genio que sabía trigonometría dimensional y numeración quántica, además de pilotear helicópteros y haber aprendido latín, alemán, quechua, inglés y rumano en tan solo seis años que era la edad de su primogénito.

Mi madre escuchaba y yo decía para dentro mío, quiero mi champús caliente; pero en esos momentos mi progenitora solo atinaba a poner una sonrisa entre hipócrita y de burla, y movía sus labios para decir “ah que bien”, y se limitaba a cortar la conversación diciendo:

- “Ya ves Francisco, te matricularé para que aprendas algo, mas bien nos tenemos que ir cualquier día voy con mi hijo a tu casa para que jueguen juntos”.

Yo aliviado por esas sabias palabras y ya con una hernia en la espalda y la baba que se me salía imaginando el champús entrando a mi estómago, pues jalaba a mi mamá.

Ellas se despedían y pues como era lógico, nunca iba a ir a jugar a la casa de mi amigo, jamás iba a cruzar palabra con la otra señora a no ser que sea por teléfono y nos dirigíamos a comer el champús caliente en aquella dulcería de Magdalena.
Pero claro, ahora que recuerdo eso y veo que otros niños les hacen lo mismo, pues me pregunto ¿le haré esperar con su mochila de seis kilos a mi hijo mientras saco las garras por él para demostrar que es superior a otro? Creo que ya saben mi respuesta si toman en cuenta que sigo siendo un niño por dentro.